30 agosto, 2008

Cocacola ya sin hielos


Escribir muchas veces es cosa de impulsos. Y si consideramos el aburrimiento como un impulso más pues la ocasión de escribir algo se presenta casi siempre.

La verdad es que no soy lo que se dice un aficionado a la bebida (irónico si pensamos en los títulos de este blog), pero he de admitir que sentado en la mesa de un bar, ya sea sólo o acompañado, con un vaso entre los dedos, ayuda a aclarar algunas ideas. Esta misma tarde, de hecho, hice el intento de salir y pensar un rato (cosa poco usual en mí). Lo cierto es que fue un paseo agradable por el centro. Me senté en una de las mesas de un local que vi abierto y pedí una coca-cola (yo y el alcohol nunca hemos sido muy buenos amigos). Como podéis suponer me puse a pensar en Ella.

- ¡Hombre, por fin! Ya me extrañaba a mi que no saliese el temita.

- Cuidado con ese tonillo...

- Vale, no te sulfures. ¿Te animarás a hablar entonces?

- ...

- ¿Y bien?

- ¿No habíamos quedado en que intentaríamos olvidarnos de Ella?

- Eres tú el que ha sacado el tema, no yo.

- ...

Como iba diciendo... pensé en Ella, aunque de un modo distinto. Hace tiempo que no hablamos, en parte porque me cohíbo en seguida ante su presencia, en parte por que no ha habido necesidad alguna de hacerlo. Intenté pensar en mi situación de forma objetiva, tanto como me fuese posible esta vez. La verdad es que nunca he tenido novia, tal vez una figurada, pero nada en serio. Es la segunda vez que me enamoro de alguien. Mi experiencia en el campo amoroso no pasa de mero aficionado y no sabría decir con certeza si estoy o no capacitado para dar un paso más. Por otro lado mis oportunidades con Ella son de 1 entre 1.000.000. Vale, la conozco personalmente y no soy un psicópata-acosador fichado por la policía (aún), situación que muchos querrían tener en mi lugar, pero aún así mis posibilidades son casi nulas. Su novio es un chico de fiar, lo conocí durante el curso pasado, y sé que la quiere de verdad.

- Enternecedor, pero todo esto ¿a que nos lleva?

- Bueno, después de pensarlo detenidamente hemos decidido olvidarle por completo.

- Así dicho parece muy sencillo, ¿no te parece?

- Fuiste tú el de la idea, ¿recuerdas?.

- Las devuelves envenenadas...

- Déjame seguir...

Bueno, la idea está allí. Plasmarla es harina de otro costal. Olvidar a una mujer que te ha marcado el corazón con hierros al rojo no es algo fácil de hacer. La marca esta ahí y no puedes evitar que arda de tanto en tanto. Para ello la distancia es una herramienta que muchas veces facilita y aligera el trabajo (lo hizo la primera vez), pero cuando no se puede contar con ella el esfuerzo adicional que hay que aplicar suele causar más dolor si cabe que la propia enfermedad.

Olvidarle a Ella puede que sea la cura de mis males, pero esta cura me esta costando la cordura y las ganas. Lamentablemente sabré que he logrado mi objetivo si un día de estos puedo llegar a decir: "podría llegar a odiarla si quisiera".

Cuando dicen "en la guerra y en el amor todo vale" me temo que no sólo se refieren a ganarse el amor del otro.

¡Un saludo!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

"Podría llegar a odiarla"
Pero eso no cumpliría con el plan trazado, odiar es un paso más de amar. Sólo se odia lo querido. Lo importante no es olvidar, sino recordar sin que te duela. Es complicado, y es largo, pero ese es el camino.
No hay nada imposible,nada.

Unknown dijo...

Recordar sin que duela... me gusta como suena. Si esto no es una prueba de hombría, que venga Hércules y lo vea.

Anónimo dijo...

Aqui me tienes...
Quien es ella?

Unknown dijo...

Hay una canción muy bonita que empieza con una pregunta como ésta.

Ella es "Ella", es ella y lo que significa. Su nombre: Soledad.