18 mayo, 2009

Un Lady Maria, si os place


Me muerdo el labio para no caer en la tentación (una vez más) de dedicarte un piropo poco acertado, para evitar tropezar y volver a empezar otra vez, para no echar por tierra ese muro de contención. Ahora que había logrado trazar una delgada línea entre ambos, temo ser yo quien vuelva a cruzarla de un salto. Temo ser tan estúpido como para decirte dos palabras de las que dependan por completo mi felicidad y mi vida. De soltarlas sin sentimiento alguno con un tono emocionalmente gélido.

Pero su majestad no tendrá que esperar mucho, no. Estoy reuniendo fuerzas, con ayuda de ellos, para poder juntar un "hasta" y un "nunca" en la misma frase. Poco tendrá que esperar, me da a mí en las narices. Espero sinceramente que usía no se sulfure si juego un poco con su corazón. Al fin y al cabo un servidor no quedará así en el olvido.

Ésta es tan sólo una enfermedad fingida con la que evitar un casamiento que me inoportuna. Un corazón de bronce y ébano, engrasado y pulido hasta la saciedad. Duro como el diamante, pero que funciona con la precisión de un reloj suizo. Con el tic-tac propio de una bomba de relojería.

Asesina de amores, psicópata de sangre fría, sicaria mortal de pulso perfecto y mirada fatal. Distancia la llaman.

05 mayo, 2009

Grapple-d


Un mes ha pasado desde que todo empezó y no he puesto absolutamente nada de mi parte. Se me hace extraño volver a ver esas caras conocidas (esa cara) de las que voluntariamente me alejé aquella vez. Salir de la rutina supone un duro esfuerzo, pero salir de una rutina para empezar con otra requiere una decisión aún mayor. Necesito moverme. Tengo la pereza imbuida en mi propio cuerpo.

Y sigo autoengañándome en todas y cada una de las facetas de mi vida. Soy un mentiroso compulsivo y no tengo reparo alguno en engañar hasta a quienes inocentemente y con toda la disposición del mundo leen mis oscuras palabras. Todo ello con una sonrisa en la boca. Una vida aburrida que tiendo a pintar de colores brillantes, haciéndome el interesante.

¿Dejar de mentir... y volver a mi vida neutra? ¿dejar de engañarme... y asumir lo poco que soy? Creo que por hoy paso, gracias. Prefiero mis delirios de grandeza y mis pobres premios de consolación antes que asumir la responsabilidad y actuar como es debido. Y no soy yo quien habla, sino mi cuerpo.

Vanos vienen siendo los esfuerzos del corazón y la cabeza. Ni aún atacando por dos flancos, por arriba y por abajo, han logrado siquiera hacerme entrar en razón. Tengo un cuerpo atrincherado que parece disfrutar con el asedio, tozudo como él solo. No hay dedo que se mueva si los tres no están de acuerdo, y la paz pactada está lejos de ser firmada.

Sinceramente, necesito un puñetazo que me rompa los huesos y los esquemas.