27 noviembre, 2008

Dame lo más fuerte que tengas, y que sea doble


Vale, vamos a ver que tal sale esto... ¡Maldita sea! ¿por qué tienen que ser tan complicados estos teclados?

Bueno, probando, probando... ¿se me escucha? Bien.

Vale, ¡ejem!, aprovecho que Javier está ausente ahora mismo para hablar con vosotros. Supongo que este piltrafas ya os habrá hablado de mí. Que si su lado oscuro, que si tal, que si cual. Ni p... caso a este chaval. No sabe donde tiene puesta la cabeza, y menos aún el corazón.

En serio, tendríais que probar algún día a meteros en su cabeza. No sabéis lo divertido que puede llegar a ser jugar con un tipejo como este. Si queréis haceros una idea imaginaros una habitación llena de muebles y decoración elegante y algo anticuada. Ahora revolved y romped a placer y dejad todo como caiga. ¿Pilláis la imagen? Malo sea que no. Lo que sé de vosotros es lo que le he "oído" pensar al pobre desgraciado y suele teneros en un pedestal.

Bueno, a lo que iba, que me voy por las ramas y la cosa se me va de las manos. Puede que sea una más de las idas de olla de Javier (¿le llamáis así de normal? es que se me hace raro no llamarlo con un insulto XD), pero tengo mi lugar hecho en su cabeza y nadie, repito, NADIE me lo va a quitar. Se de buena mano (bueno, de la única mano con la que hasta ahora he podido contar) que algunos de vosotros queréis acabar conmigo. No juguéis con fuego. Sé mover hilos aquí dentro que no os gustaría que tocase. Quedáis advertidos. Y deberíais estar agradecidos, de normal no suelo avisar cuando voy a dar el golpe, pero con vosotros voy a hacer una excepción. Sólo una.

Además, no creáis que no os escucho cuando pronunciáis mi nombre. De las pocas cosas que puedo sentir del mundo real es mi nombre en boca de otros. Cada vez que lo decís lo oigo más claro. Tal vez queréis que salga, tal vez sea una broma inocente. Ya veremos. Suerte que el subnormal de Javier haya incluído mi nombre en todas cada una de las páginas a las que se registra, pues tengo libertad absoluta para navegar por la red cuando mi "jefe" no me quiere sacar a pasear. A lo mejor me paso por vuestros blogs algún día. Quien sabe...

- Parpadee, ¿qué haces?

- Bueno, este tío se ha dado cuenta. Me marcho... ¡Un saludo! (¡Dios, se me ha pegado hasta la firma! XD)

25 noviembre, 2008

Infusión de frutas del bosque


Objetivamente no tengo nada de que escribir en esta mañana de otoño. Las primeras nieves han cuajado en los montes que rodean mi casa y el frío conmueve hasta las piedras de camino a la uni. Tal vez sea el momento de mirar por la ventana y echar un vistazo al mundo. La pantalla de un ordenador, pese a que en algunos momentos pueda parecerlo, no es una ventana al mundo, sino un espejo o un cristal ahumado.

Desde el aula de portátiles se observa con cierta dificultad el camino que rodea la universidad. La gente pasa, bien despreocupadamente, bien con las prisas de llegar tarde a clase (bendito horario el nuestro). Todos se me hacen parecidos o hasta iguales, pero bien sé que no es así. No puedes juzgar a un libro por su portada... pero nadie ha dicho nada de la primera página. Los rostros de la gente son muy reveladores, bien me lo han repetido desde pequeño: "la cara es el espejo del alma". Tal vez no puedas juzgar a alguien por la ropa que viste, las cosas que compra, la música que escucha o ante sus primeras reacciones, pero indagar (leer) en la cara de las personas nos revela detalles que en un primer encuentro pueden ocultarse a la vista de cualquiera.

Siempre he tenido una idea loca en la cabeza: ¿Qué hubiera pasado si mi vida hubiera sido diferente? ¿mi cara seguiría siendo la misma o reflejaría de alguna forma ese nuevo modo de vivir? ¿y si hubiese sido adoptado? A veces no es lo que haces sino lo que ves lo que configura los rasgos de tu rostro. Quién sabe.

No diré que centréis vuestros primeros encuentros con una persona en el escaneo minucioso de su cara, pero sí que os recomiendo que practiquéis esto con vuestros amigos. Comprobad que lo que conocéis de ellos concuerda con sus rasgos y, si hay rasgos que os inquietan, preguntaros a qué puede deberse (conocer a los padres de la parsona a veces echa por tierra este tipo de ejercicios, pero uno se lo pasa bien, que queréis que os diga). La forma de los ojos, de los labios, la nariz o incluso el peinado son producto bien de constumbres, manías o de un carácter especial. Lo dejo a vuestro libre albedrío. Una foto vuestra me basta para conocer alguna que otra cosilla sobre vosotros.

Para no tener nada que escribir no ha estado mal del todo.

¡Un saludo!

21 noviembre, 2008

Pepsi


No veamos un problema de donde no lo hay. Puede que esto ya lleve su tiempo, pero la cosa se mantiene estable y no ha causado aún más que alguna cara larga y un par de miradas torvas. Mi corazón puede ser frágil (puede partirse con suma facilidad) pero es duro como el diamante (lo tengo comprobado). Podríais imaginar que si vuelvo a sacar el tema es porque la mera imagen de Ella me hace plantearme las cosas, pero no es así en absoluto. Estoy ya resignado y he asumido la imposibilidad de mis anhelos. Ella no es para mí.

Si mis manos han vuelto esta vez al teclado (la hemeroteca de la uni es un sitio privilegiado) es para hacer repaso de mi situación. Desde la última vez han pasado infinidad de cosas, de las cuales todas ellas me han tenido en vilo con la cabeza en otro lado. Espero tener la cabeza suficientemente despejada como para hacer examen.

Las primeras veces era la emoción la que me inspiraba a escribir sobre Su Persona, el sentimiento que me azotaba, una fuerza irrefrenable (que bonito suena ahora). Ahora más bien lo hago como terapia grupal (si fuese individual no lo pondría por escrito, ¿no?). Puedo decir su nombre sin que me tiemble la voz y sin que las mejillas se me enciendan como a un niño. Ahora más bien me he embarcado en una nueva travesía, un nuevo viaje. Desde mi barco, mapa en mano, he decidido cambiar el rumbo y encarar mi nave hacia un nuevo destino. El viaje es simple pero difícil: cambiarla a Ella por Ella. Si la pieza del puzzle no encaja debo buscar una que la reemplace.

Como ya he dicho el corazón puede ser duro pero frágil. Un viaje como éste es peligroso pero necesario. Una vez Ella se ha hecho un sitio en mi corazón, en mi alma, no puedo sacarla de allí y dejar el hueco vacío. Debo rellenar permanentemente una parte de mí que jamás podrá volver a estar vacía sin que yo lo sienta y duela.

Las perspectivas no son nada favorables. Veo nubarrones en el horizonte y peligros bajo el mar. Tal vez pase mucho tiempo antes de encontrar un nuevo puerto. Puede que incluso no pueda llegar a verlo algún día. Aún así el peligro de perderse en alta mar es preferible a encallar sobre Su Arrecife.

¡Un saludo!

18 noviembre, 2008

Una copa de brandy para el señorito


No me gusta el contacto físico. Ala, ya lo he dicho. No se si lo había mencionado antes alguna vez, pero es verdad. Tal vez sea la educación que me han dado, tal vez el hecho de haber tenido que aparentar mucho tiempo, pero reacciono instintivamente ante cualquier clase de invasión de mi espacio personal. Un beso, un abrazo o incluso un apretón de manos se me antojan artificiales cuando debo ser yo quien da el paso.

Si en algún momento me encontráis tenso tened en cuenta esto. Daros por contentos si saludo efusivamente con la mano desde una distancia prudencial. Es mi manera de salir al paso. Tal vez os salga con una excusa mala si insistís, tal vez esté acatarrado o algo por el estilo. Quién sabe.

Vale, ahora dejad de mirarme así, cada uno tenemos nuestras manías y ésta es una de las mías. Aunque no os culpo si os hacéis una idea extraña de mí. Supongo que mirando el collage de defectos que he ido sacando a la luz uno tiende a ver cierto lado enfermizo en mi persona. Tal vez sea cierto, no sabría yo si afirmarlo o negároslo.

Como todo esperemos que esto vaya a menos. Una vez superada la barrera de poder hablar con cierta soltura (y nula habilidad) queda el comenzar a perder la vergüenza. Poco a poco, sin prisas.

A veces me asalta una duda: si últimamente mi objetivo es cambiar, mejor dicho, mejorar continuamente… ¿cómo harán los demás para reconocerme después?

¡Un saludo!

12 noviembre, 2008

Un par de vasos de Nestea


Hace poco más de un año solía escuchar de boca de mis amigos una frase que ahora me parece totalmente fuera de lugar: "En Pamplona nunca ocurre nada". Espero que a estas alturas hayan cambiado de opinión, porque está visto que no.

Este último mes ha sido uno de los más frenéticos de mi vida. Muchas cosas han ocurrido en un lapso de tiempo a veces demasiado estrecho. Y la cosa no para. Todos tenemos mil y una cosas en la cabeza en las que pensar y en las que tomar partido. Y lo mío no es para menos. Es un tiempo privilegiado para pensar y poner las cosas negro sobre blanco (o blanco sobre negro como es el caso). Si no he publicado antes ha sido por distintos problemas de conexión, pues hasta nuevo aviso en casa no tengo internet (y los rácanos de mis vecinos tienen todos clave de wifi).

Me gustaría, por decir algo, hablar con algo de profundidad sobre mis amigos. Bien sabéis que tengo menos fondo que el culo de un vaso (lo que véis es lo que hay, no penséis que no), pero aún así tengo a veces ciertos barruntos de pensamiento intelectual.

Desde hace un tiempo mis amigos han ido haciéndose un hueco cada vez más grande en mi corazón. El hueco crece, presionando contra las duras paredes del órgano con tal fuerza que a base de tiempo éste se ha ido ensanchando también. ¿Podría haber imaginado esta situación meses antes? Seguro que no. Mis amigos han pasado a ser una pieza insustituíble de mi vida (¡Que duros se me hacen los martes!). Si debo ser sincero a veces me dan ganas de abrazarlos con fuerza (aunque nunca me veréis hacerlo por propia iniciativa, así de vergonzoso soy).

Aunque no puedo decir que muchas de mis conversaciones hayan girado en torno a este tema, sí que alguna que otra vez ha salido la idea de la amistad. ¿Cómo se define? ¿cómo nace? ¿qué la mantiene y qué la hace crecer? Surgen muchísimos interrogantes para los que tengo pocas respuestas. Puede que algunas permanezcan veladas, pero que no se diga que no hemos intentado descubrirlas.

Como en todo la amistad va paso a paso. No nace de la noche a la mañana y necesita de un tiempo para fraguarse (me encanta esta palabra. Es muy evocadora). Así pues, un factor a tener en cuenta es el tiempo que pasas con el amigo, el roce, vamos. Se ve también que no todas las amistades llegan al mismo nivel. Cada uno debería saber hasta dónde puede inmiscuirse en la historia personal del otro, saber dónde le está permitido entrar. Cada uno es protagonista de su vida y personaje secundario de la de los demás.

Aún inconscientemente solemos marcar una fina línea frente a nuestros amigos y conocidos. Línea que tal vez no puedan cruzar tus padres, pero sí tus hermanos, una línea que sólo puede cruzar él o ella y ellos no o una línea infranqueable que nadie puede violar. Llegar al conocimiento de estas limitaciones en la amistad (lo cual no es malo) es el primer paso para avanzar.

La amistad es un juego peligroso. Es una partida para dos, en la que uno elige qué armas dar al contrario. La confiaza, si la hay, es un punto esencial en esta situación. Estás dando al otro unas herramientas con las cuales éste puede jugar en tu contra o a tu favor. El amigo, si es realmente un amigo, usará esas armas con el fin de ayudarte, de hacerte un poco más feliz. Confías a la persona un bisturí afilado con el que abrir tu corazón. El buen amigo sanará un corazón roto, mientras que el mal amigo, el ladrón, cortará con saña la arteria principal.

Mis amigos han puesto muchas veces en mis manos secretos que me han sido cofiados. Secretos a veces de doble filo, con los que se podría haber hecho mucho daño. Bien es cierto que no siempre he sabido mantener la boca y el corazón cerrados, pero mi intención es hacer buen uso de esos retazos de vida que me ofrecéis. Ayudaros en lo que esté en mi mano. Espero algún día poder hacer lo mismo y abrirme en canal y sin reservas. Hasta entonces...

¡Un saludo!

06 noviembre, 2008

Amargo como la hiel


Empiezo a perder ese tirón inicial de escribir en el blog y es algo que no puedo permitirme. No puedo dormirme en los laureles siendo esta una temporada en la que hay mucho en que pensar.

Esta mañana se hablaba en las noticias de casi 154 intoxicados en el Edificio Central de mi universidad. Al parecer un barniz que se aplicó tras las reparaciones pertienes del ala este del edificio fué a hacer reacción con uno de los productos de limpieza que se había usado esa mañana. La mezcla liberó un gas altamente tóxico que se coló por el sistema de ventilación. Tres de mis amigas resultaron afectadas con diferente gravedad (un saludo para ellas). La concentración era tal que algunos que simplemente pasaban por ahí al rato sufrían de picores en los ojos y problemas de respiración.

Si echamos cuentas no ha pasado más de una semana desde aquel desagradable incidente. Afortunadamente no llegó a más de 20 el número de afectados por la explosión del coche-bomba. Irónicamente ha causado más daño la irresponsabilidad de un equipo de reparaciones que los propios teroristas que atentaron contra nuestras vidas. Seguramente estos últimos se estarán tirando de los pelos. Yo lo haría, no por nada.

Supongo que esta vuelta del destino tiene algo que enseñarnos. Tal vez a no creernos intocables. La vida nos dió una oportunidad el pasado jueves, pero aún tiene a punto sus dientes afilados. Hay que estar alerta si queremos evitar llevarnos un disgusto. No quiero decir con esto que la culpa de este desafortunado acontecimiento deba recaer sobre alguien. No. Sólo quiero apuntar que no podemos dormirnos en los laureles (yo el primero) y pensar que una vez pasado lo peor el resto será un paseo por el campo. Hay que estar atentos y dispuestos a extender la mano a quien lo necesite en todo momento. No importa el cansancio acumulado, el sueño perdido o el dolor padecido. Ellos no se toman vacaciones y nosotros no deberíamos hacerlo tampoco.

Desde aquí un afectuoso saludo a todos aquellos que han sido afectados por el gas. Espero que no haya nada grave que lamentar.

¡Un saludo!

02 noviembre, 2008

Una jarra de agua fría


Lo cierto es que esta vez las palabras no aciertan a salir de mi boca de la manera a la que estoy acostumbrado. Haciendo gala de mi habitual capacidad de reacción vuelvo a vosotros 3 días después de aquello. Tres días tarde. Tres días en los que he pensado mucho en lo ocurrido (y los que nos quedan por delante).

Supongo que la mejor manera de empezar es por el principio. Quizás no sea lo que está mas en frío, pero es un comienzo.

La mañana del incidente, un jueves como cualquier otro a las 11:00 a.m. yo y un amigo nos dirigíamos al edificio central de la Universidad de Navarra. Yo tenía el ánimo por los suelos y habíamos decidido ir a la cafetería para hablar un rato. Todo aquello quedó en nada tras oír la detonación. No volvería a recordar el motivo de mi desánimo anterior.

A las 11:02 ambos nos encontrábamos a unos escasos 100 m. del lugar de la explosión. Caras de preocupación, gente llorando, cristales reventados, coches ardiendo, llamadas y mensajes desesperados. Más de 80 kg. de explosivos lograron conmover los cimientos de miles de personas.

La situación nos pilló a todos totalmente desprevenidos. No me daría cuenta hasta mucho tiempo después de la gravedad de la situación. Si no nos hubiésemos detenido a discutir si debía o no saltarme clases tal vez no estaríamos aquí para contarlo. Gracias.

Yo sólo pensaba en una cosa: mis amigos. No recuerdo muy bien lo que hicimos después. Minutos más tarde encontramos a mi hermano, subimos al piso de un amigo que vivía cerca. Llamadas a todos. Móvil sin saldo. Llegada al piso de una amiga. Todos atrincherados sobre los sofás. La centralita funcionando al 200%.

Ahora viendo todo desde un relativo estado de calma y tranquilidad agradezco de corazón la actitud de los demás, el espíritu de unión y apoyo de todos durante aquellos momentos. Sin cruzar apenas palabra todos logramos contactar y saber que unos y otros nos encontrábamos bien. Las fuerzas me fallaron varias veces, pero estabais ahí para no dejarme caer.

Concentración silenciosa al día siguiente. Miles de personas guardaron 5 minutos de silencio en señal de repulsa ante la violencia ejercida y como muestra de apoyo mutuo. El mensaje era claro: sin rencor. Aquel daño no podía ser combatido al mismo nivel.

Hay veces en las que perdonar de corazón se vuelve una tarea titánica. Soy capaz de perdonar muchas cosas, pero el dañar a mis amigos es algo que no puedo tolerar. Si bien es cierto que nadie resultó dañado, el mero hecho de haber atentado contra sus vidas y de haberles causado esa conmoción merece por mi parte un rencor grande, el más grande que he sentido nunca. Sé que lo que toca ahora es perdonar. Lo sé. Aquellos pobres desgraciados sólo recogen justicia y perdón donde ellos siembran odio y dolor. Puede ser que los que salieron peor parados tras la explosión de aquel coche-bomba fueron ellos, pero soy humano. Ni ojo vio ni oído oyó lo que soy capaz de hacer si me dan motivos para ello. La ira consume, es cierto, pero mientras arda causará todo daño posible.

El ver a mis amigos todos juntos apagó de alguna manera aquella llama negra que comenzaba a arder en mi interior. El odio se disipó con su sonrisa. Ellos perdonaban y yo sólo sentía furia. Sólo el sentir sus manos sujetando las mías me hacía olvidar todos aquellos sentimientos.

Tres días han pasado ya y el odio ha dejado paso a la indiferencia. Nadie ha dicho que perdonar sea un proceso automático. La purificación es un proceso lento, así como la asimilación de lo ocurrido. Tal vez no sea ésta la última vez que hablo de esto. El perdón llegará, y esperemos que sea pronto.

¡Un saludo!