27 agosto, 2008

Coca-Cola y cuatro hielos


Escribir de manera torpe y apresurada se me da de maravilla, como podéis comprobar. Nada de estilo, ni gusto mínimo por lo estético. Aún así de vez en cuando tengo pequeños atisbos de poesía (¡Dios me libre de ser un poeta!) y me dejo llevar por el sentimiento. Escribir sobre lo que te mueve y te hace vibrar despierta en uno una pasión y una inclinación a la poesía como ninguna otra cosa en este mundo.

Pensé en un primer momento en escribir sobre mi vida, lo que me acontece cada día, cosas que por lo general darían para publicar un libro, pensando que tal vez hablar de mí me animaría a escribir. Pero no ha sido así. Debía buscar algo que me hiciese temblar de emoción, algo que hiciese que mis manos no parasen quietas sobre el teclado y que mi cabeza volase lejos de la triste guarida en que me encuentro.

- ¿Y que tal si hablas de ella? - me pregunto.

- No lo sé... ¿y si no encuentro las palabras? ¿y si lo que escribo más que elevar, humilla? - me respondo.

- ¿Acaso no hace removerte en tu silla tan sólo el pensar en ella? Buscabas algo que te hiciese vibrar y, ahora que lo tienes, dudas.

- Ya lo sé, pero no atino a encontrar el modo de escribir sobre ella. Creo que necesito/necesitamos algo de ayuda - me apresuro a excusarme.

- No tienes remedio - digo meneando la cabeza.

Me gusta repetir que algún día llegaré a ser escritor. "Algún día..." me deja el suficiente margen como para pensar que puede que nunca llegue a escribir de modo decente. Si no puedo escribir sobre mis propios sentimientos y mis ilusiones ¿que me queda?

- Escribir de manera torpe y apresurada.

- No hacía falta que lo recordases...

¡Un saludo!

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mí también me ronda por la cabeza ese "algún día". Todos los días pienso mientras escribo: "algún día".
Cada palabra que escribo es un ensayo para ese día, incluso las palabras desordenadas.

Para nosotros algún día será "algún día".