02 noviembre, 2008

Una jarra de agua fría


Lo cierto es que esta vez las palabras no aciertan a salir de mi boca de la manera a la que estoy acostumbrado. Haciendo gala de mi habitual capacidad de reacción vuelvo a vosotros 3 días después de aquello. Tres días tarde. Tres días en los que he pensado mucho en lo ocurrido (y los que nos quedan por delante).

Supongo que la mejor manera de empezar es por el principio. Quizás no sea lo que está mas en frío, pero es un comienzo.

La mañana del incidente, un jueves como cualquier otro a las 11:00 a.m. yo y un amigo nos dirigíamos al edificio central de la Universidad de Navarra. Yo tenía el ánimo por los suelos y habíamos decidido ir a la cafetería para hablar un rato. Todo aquello quedó en nada tras oír la detonación. No volvería a recordar el motivo de mi desánimo anterior.

A las 11:02 ambos nos encontrábamos a unos escasos 100 m. del lugar de la explosión. Caras de preocupación, gente llorando, cristales reventados, coches ardiendo, llamadas y mensajes desesperados. Más de 80 kg. de explosivos lograron conmover los cimientos de miles de personas.

La situación nos pilló a todos totalmente desprevenidos. No me daría cuenta hasta mucho tiempo después de la gravedad de la situación. Si no nos hubiésemos detenido a discutir si debía o no saltarme clases tal vez no estaríamos aquí para contarlo. Gracias.

Yo sólo pensaba en una cosa: mis amigos. No recuerdo muy bien lo que hicimos después. Minutos más tarde encontramos a mi hermano, subimos al piso de un amigo que vivía cerca. Llamadas a todos. Móvil sin saldo. Llegada al piso de una amiga. Todos atrincherados sobre los sofás. La centralita funcionando al 200%.

Ahora viendo todo desde un relativo estado de calma y tranquilidad agradezco de corazón la actitud de los demás, el espíritu de unión y apoyo de todos durante aquellos momentos. Sin cruzar apenas palabra todos logramos contactar y saber que unos y otros nos encontrábamos bien. Las fuerzas me fallaron varias veces, pero estabais ahí para no dejarme caer.

Concentración silenciosa al día siguiente. Miles de personas guardaron 5 minutos de silencio en señal de repulsa ante la violencia ejercida y como muestra de apoyo mutuo. El mensaje era claro: sin rencor. Aquel daño no podía ser combatido al mismo nivel.

Hay veces en las que perdonar de corazón se vuelve una tarea titánica. Soy capaz de perdonar muchas cosas, pero el dañar a mis amigos es algo que no puedo tolerar. Si bien es cierto que nadie resultó dañado, el mero hecho de haber atentado contra sus vidas y de haberles causado esa conmoción merece por mi parte un rencor grande, el más grande que he sentido nunca. Sé que lo que toca ahora es perdonar. Lo sé. Aquellos pobres desgraciados sólo recogen justicia y perdón donde ellos siembran odio y dolor. Puede ser que los que salieron peor parados tras la explosión de aquel coche-bomba fueron ellos, pero soy humano. Ni ojo vio ni oído oyó lo que soy capaz de hacer si me dan motivos para ello. La ira consume, es cierto, pero mientras arda causará todo daño posible.

El ver a mis amigos todos juntos apagó de alguna manera aquella llama negra que comenzaba a arder en mi interior. El odio se disipó con su sonrisa. Ellos perdonaban y yo sólo sentía furia. Sólo el sentir sus manos sujetando las mías me hacía olvidar todos aquellos sentimientos.

Tres días han pasado ya y el odio ha dejado paso a la indiferencia. Nadie ha dicho que perdonar sea un proceso automático. La purificación es un proceso lento, así como la asimilación de lo ocurrido. Tal vez no sea ésta la última vez que hablo de esto. El perdón llegará, y esperemos que sea pronto.

¡Un saludo!

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Los amigos de verdad se descubren en momentos como estos, ¿no crees?
Somos amigos, y lo seremos, porque nuestra amistad, ya se ha visto, está hecha a prueba de bombas.
Libertad. Por siempre.

Pablo dijo...

Somos una piña, y lo demostramos entre todos. Eso es lo importante. Si algo bueno podemos sacar de todo esto es precisamente que nos hemos dado más cuenta que nunca de que nos queremos y nos necesitamos los unos a los otros.

Isabel Colette dijo...

Sólo tengo dos recuerdos grabados de ese día, que se me repiten continuamente.

Uno, las ventanas abriéndose de golpe y una llamarada arremolinándose en ellas.

Dos, todos reunidos esa misma tarde, mirándonos los unos a los otros, como queriendo salvarnos de lo que podría haber pasado.

Uno la bomba, dos, la paz. Al final, omnia in bonum. Emplea ese fuego negro para no dejar nunca de luchar por la la libertad y el futuro que representa la Universidad, y perdona con la excusa de que nos hicieron más bien que mal.

Por que aquí seguimos, todos.

Anónimo dijo...

Una todavía está esperando a que esa bomba sea reivindicada por sus autores, porque, haberlos haylos.
Hoy sabemos algo más, por lo oido en la radio, quien compró la tarjeta prepago para el móvil que mal avisó o se confundió, dicen, es un delincuente.
Sabemos todos que la información es poder.
Esperemos que nos bien informen de todo y así podremos opinar ¿no crees?.
Hay personas en el mundo que no tienen escrupulos, siento lástima por ellos.
Me alegra que esteis bien.

Unknown dijo...

Eterna: Queda muy bonito en la teoría, pero es cierto que en la practica los buenos amigos salen la luz en momentos como estos.

Libertad desde, por y para siempre.

Unknown dijo...

Pablo: Que lo niegue el que quiera, que lo niegue con todas sus fuerzas, pero no podrán con la realidad de que juntos somos más y mejores que por separado. Somos una piña en continuo crecimiento

Unknown dijo...

Jolly Joker: Seguramente con los años ese primer recuerdo quedará borrado, mientras que el otro se mantendrá fresco por siempre.

Seguiré tu consejo y aplicaré esa fuerza en algo más productivo que el odio.

Unknown dijo...

Cándida: Muchas gracias por tu comentario.

Cuanto más sepamos sobre lo sucedido las cosas se nos presentarán con mas claridad. No suelo hablar de política ni de ideologías con nadie, pero esta vez tocara hacerlo si no queremos salir con una idea equivocada.

Pobres desgraciados: ignorantes y sin nada que ganar a cambio de tanto mal.

Anónimo dijo...

Hola Parpadee, el comentario iba dirigido a The Jolly pero no lo pude colgar. Se que sigue este blog y es en realidad a quien iba dirigido en un primer momento.
Es difícil hablar de política o ideologías en estos tiempos, enseguida te encasillan y eso no está bien, con lo cual, siempre uno debe ser prudente.
Me gustan más tus bebidas y lo que escribes.

Isabel Colette dijo...

Creo que no he entendido muy bien a lo que te refieres, Cándida...

Anónimo dijo...

Es simple, me refería al título de la última entrada de tu blog, nada más.

Isabel Colette dijo...

Ah! Ok. En realidad, no pretendía tener ninguna connotación política o ideológica, sólo llamar la atención con algo conciso.

Creo que, independientemente de quien pusiera la bomba, está claro que de nosotros depende hacer de la sociedad del futuro... la que nos pertenece a los jóvenes... un lugar un poco más libre y seguro.

Siento haber llamado tu atención con mi falta de prudencia, aunque, ya que el autor de la llamada se identificó como miembro de ETA (que no es la misma persona que compró el móvil, puesto que ésta se dedicaba al trapicheo de dichos terminales pero el que nos interesa ya no se encontraba en su poder) supuse que efectivamente la bomba sería de ETA. Aunque no suelo ver las noticias, he seguido muy de cerca lo relacionado con ésta.

De hecho, me costó bastante escribir esa entrada en mi blog, porque en principio es sobre arte y filosofía, y todo lo relacionado con la política me desagrada enormemente.

Sin embargo, recientemente estoy investigando en filosofía política (que no es lo mismo que política a secas) y aunque claramente no hay un modelo ideal, veo como planteamiento interesante una posible renovación desde las personas que ahora somos jóvenes, y fundamentalmente estudiantes. Por eso me interesa tanto la Universidad (cualquiera) como institución... pero sólo es una teoría por el momento... ya iré pensando. De lo que sí estoy segura es de que las actuales ideologías están obsoletas.