29 diciembre, 2008

Boca limpia con Listerine


Por lo general no suelo llevarme mal con nadie. La palabra odio no entra entre mis habituales y espero no tener que usarla nunca aplicada a mí, ni ahora ni nunca. Y pese a todo no puedo decir que me lleve de maravilla con todo el mundo. Por lo menos no con él.

Hay una persona en particular, de quien no daré más señas que las necesarias, que produce en mí cierto malestar con tan sólo su remota presencia. Más bien diría que noto su presencia en cuanto él está ahí. Tal vez no sea una mala persona (no me oiréis decir lo contrario tampoco, pues no pienso ceder ni un ápice), pero por mucho que me esfuerce nada bueno puedo sacar a relucir de él. Intentaré limitarme a no insultar, aunque cueste y me sea extremadamente sencillo en esta ocasión.

Él es la única persona en este mundo de la que me siento realmente decepcionado, con todo lo que esto conlleva. Si no equivoco el término, repulsa sería el sentimiento que más se acerca a lo que genera su visión en mi persona. Una sensación de asco general que me hace ponerme a la defensiva (y muchas veces con razón) a cada palabra que sale de su boca. Es un niño viejo, un hombre pequeño. Demasiado grande como para bajar a mi nivel, demasiado pequeño como para subir ese escalón del que ha caído. Deprimente.

No son sus constantes quejas, ni su carácter agrio y explosivo, ni su falta de fortaleza y confianza en sí mismo sino la visión de cómo era antes lo que más me descompone el cuerpo. Ver a un hombre degenerar de esa manera me remueve las entrañas. La primera vez fue de compasión. La segunda de impotencia. Las siguientes de rabia iracunda. Una vez fue un hombre, El Hombre, y ahora no es sino la sombra de lo que llegó a ser.

Por encima de esto hay algo que aún me aterra más. Algo que me hace mirar de su corazón al mío. Que me hace temblar cuando conecto de algún modo. Que yo, siendo como soy, acabe siendo como él un día de estos.

Si aún queda algo de fuerza en estos brazos juro que nunca (y digo nunca) caeré hasta esos niveles. Si he de parecerme a alguien que no sea a este nefasto ejemplo.

¡Un saludo!

6 comentarios:

Elena Cardenal dijo...

Todos conocemos a personas, a lo largo denuestra vida, dignas de olvidar. La recomendación es huir de su lado en cuanto se pueda, y si no queda mas remedio que aguantarla, juntarse lo menos posible a ella. Hay personas que no cambian, y menos este tipo.

Ánimo!
Besos!!

Anónimo dijo...

Y esa descripción me suena, me suena.

Sé quien quieras ser.
:)

Feliz año, Javi.

OjosMiel. dijo...

Lo que más odiaba por encima de todo era que me dijeran que me parecía a él.

Unknown dijo...

PARA PROYECTO DE ESCRITORA:
Con la larga trayectoria de este tipo pocas esperanzas hay para la conversión. Lástima que por cosas del destino tenga que aguantarlo un rato más.

Unknown dijo...

PARA ETERNA:
Una descripción así de exigua casa con mucha gente, he ahí mi intención. Suerte la tuya que no tengas que lidiar con él.

Quiero ser quien deba ser.

Unknown dijo...

PARA R.:
Me has leído el corazón.