25 diciembre, 2008

¡Champán y sidra, que es Navidad!


Hasta hace tres segundos nunca me había fijado en el inmenso poder de una espontánea sonrisa o de una palabra agradable en boca del otro. En estas fiestas, como no, abundan las felicitaciones y los abrazos, tanto sinceros como forzados. La tristeza está prohibida por ley en el día de Navidad.

Y digo inmenso poder refiriéndome más bien a la capacidad de influir que tiene la Alegría frente a la Tristeza. Como suele decirse la alegría es contagiosa. La tristeza no. El alegre alegra al de al lado, pero el triste, por muy triste que esté, no acabará entristeciendo a los demás. Es como si hablásemos de un vaso lleno y otro vacío: el lleno rellena el vacío, pero a menos de que el lleno tenga un agujero (sus propios motivos para estar triste, vacío, hueco) ambos acabarán llenos.

Tal vez no sea una alegría verdadera, tal vez no sea un paso más en el camino de la felicidad, pero el que te borren el ceño fruncido, el que te hagan elevar las comisuras de los labios y brillar los ojos con clara inocencia es algo que se agradece desde el fondo del corazón. Espero que vosotros en vuestro propio lugar seáis capaces de arrancar risas y sonrisas y de elevar la fría temperatura de estos meses de invierno con un cálido abrazo. Espero que os arranquen también carcajadas de alegría y, por qué no, alguna lágrima cariñosa.

¡Un saludo y feliz Navidad!

2 comentarios:

Isabel Colette dijo...

Ciertamente, el poder de una sonrisa es algo que es necesario experimentar para entender... Y el poder de este día especial, único en todo el año, que nos recuerda que pase lo que pase no estamos solos, un Niño ha venido a buscarnos.
Sólo tenemos una misión en esta vida: ser un poco más felices, tratando de hacer un poco más felices a los demás.
Feliz Navidad!

Unknown dijo...

PARA JOLLY JOKER:
No podría añadir nada a lo que ya has dicho, en serio. Sólo desearte lo mejor durante estas fiestas... y claro está durante el resto del año también. ;)