16 octubre, 2008

Mucha cerveza y Rock n' Roll


Aunque, como todo lo que hago, la cosa va poco a poco mi gusto por la música se va centrando cada vez más. Aún no puedo decir que sea un firme defensor de un estilo específico (pues se me escapa el de la mayor parte de los temas que escucho), pero si que reconozco la clase de temas que me hacen vibrar.

Hasta hace nada en mi ordenador no había ni una sola carpeta de música. Ya véis, ni una triste canción. Un poco de envidia sana, un poco de ganas de compartir experiencias con la gente me hizo plantearme entonces el hacerme con una recopilación de música. Mi música, por fin.

Tras descargarme toneladas de colecciones, Cd's y temas varios bajo la recomendación de mis amigos y contactos, la criba fué dejando a su paso una colección curiosa de canciones. En un principio tiraba de CD's al completo (REM, Coldplay, Artic Monkeys...), ahora poniendo un poco más de cabeza me he quedado con alrededor de 3 o 4 temas por grupo, aquellas que más me gustasen.

Luego llegó el momento de arriesgar. Buscaría entonces por la red grupos de los que no hubiera oído hablar antes sólo por ver si encontraba algo de provecho. Y vaya si así fué. Una herramienta divertida a la par de productiva que seguiré utilizando de vez en cuando.

En los últimos días la situación ha cambiado el rumbo. Ya no son los temas nuevos los que me interesan, sino temas más bien descatalogados, temas que escuché en mi más tierna infancia y que surgen como un aluvión sobre mi cabeza cuando dos o tres notas sueltas me hacen recordar. Una sensación extraña, la verdad.

Si tuviese que definir la clase de música que escucho, fuera de convencionalismos y estilos ya fijados, diría que me va la música de ritmo marcado (que no obvio), que incluya instrumentos singulares en su base, que me haga recordar algo, que altere mi estado de ánimo, que de predominio al sentimiento, que si da protagonismo al sentimiento que sea un sentimiento de angustia interior, que no me marque como a alguien que ha conseguido ya todo en la vida, que cuando le suba el volumen oculte el ruido exterior, que a ser posible la voz sea seria y no jactanciosa ni frívola, y que si no tiene voz la música me haga sentir lo que una voz no puede, que no marque el fin de la obra, sino un final abierto dispuesto a continuarse, que el tema sea más fuerte que mi alma, que ahonde en lo que yo no llego a imaginar haciendo de mí un niño pequeño e ingenuo. En resumen, me gusta que la musica me mueva y me haga mover de modos en que nunca antes lo había hecho.

¡Un saludo!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada vez me doy más cuenta de que nunca había sido tan adicta a nada como a la música. He ido cayendo cada vez más. Ahora no puedo pasar sin ella, leo muchísimas críticas de cds y estoy todo el día con ella a cuestas.
Menuda droga.

Isabel Colette dijo...

Una droga dura...

Sobre todo si es como la que ha descrito... ¡Y caben cosas tan variadas!

Gracias por hacerme escuchar tantas melodías mientras leía.

Unknown dijo...

Espero que el burdo rasgueo de mi guitarra siga siendo de vuestro gusto.

A partir de ahora recogeré firmas para "musicófilos anónimos", que seguro que somos unos cuantos. ;p

Pablo dijo...

La mejor música, la más terrible, la más deseada y a la vez la más temida; el silencio.

¡Ta!

Unknown dijo...

Llevo ya demasiado tiempo en silencio. Es hora de cambiar un poco y vivir el bullicio y los susurros de la vida real una vez más.